29 nov 2013

Capriles convoca contra Maduro a la polarización entre caprilismo y madurismo



.-* Las 335 marchas de Capriles y PJ
“La marcha tiene el sello de la responsabilidad de la Mesa”; declaró Ramos Allup; de AD; (EU/ 22.11); en relación a la marcha para el pasado sábado 23, convocada por Capriles; en contra de Maduro. Llamó, por su parte, a participar unitariamente, para “neutralizar la avalancha publicitaria” del PSUV; enfatizando que era una convocatoria unitaria de la Mesa; que “tiene razones suficientes” para hacerla; que no era “autoconvocada” ni “sin ton ni son”. Que AD convocaba y participaría. Aunque finalmente no lo hizo
En las últimas semanas hubo cuatro llamados oposicionistas a “tomar la calle”; contra el gobierno, naturalmente; de los “no convocados”, de “Voluntad Popular”, y de “La Movida Parlamentaria”; tres, con muy limitados resultados, incluido el primero que fue el tuvo mayor participación e impacto mediático. Y el último de la semana pasada, propia de Capriles; presencialmente apoyado por parte, no por toda,  la Mesa de la Unidad. Aunque Ramos Allup hizo una declaración genérica, afirmando su supuesto carácter unitario, la pertinencia y consistencia de la  convocatoria “de Capriles y la Mesa”; acentuando que era ésta quién convocaba. Sin embargo de tal acento en “la unidad” y  en su carácter corporativo; es claro que no apuntaba a los “no-convocados” ni a la gente de López ni a los parlamentarios de “la movida”. Apuntaba era a Capriles, a Primero Justicia; y, a quienes hoy concurren político-electoralmente en la sectaria y regresiva estrategia polarizante de dimensionarlo mediáticamente como “El Líder de la oposición”.  De convertir la campaña para el 8D en un duelo entre él y Maduro; en una variante del duelo que él planteó, y que convirtió en el eje de su campaña para el 8O; según, “entre David y Goliat”, entre él y Chávez. Punto de su actual línea de polarización, hacia “la polarización perfecta”. En su rueda de prensa del jueves 22 en que él llamó a la movilización nacional en los 335 municipios; de acuerdo a lo mostrado por los medios; estuvieron, solo  PJ, UNETE, VP e individualidades. La mayoría de los miembros de la mesa, incluidos AD y COPEI, no aparecieron.
.-* Hacia el caprilismo: convertir el 8D en las primarias para el 2019
El país sabe de la realidad actual de los sectores de oposición, y en concreto de la MUD; de las confrontaciones y rupturas internas predominantes, por sobre las alianzas y convergencias. Del cuestionamiento general a su dirección y particularmente a PJ partido de Capriles; y a él mismo. Se sabe que no hay tal unidad real. Que más allá de lo específicamente electoral inmediato de diciembre, en perspectiva, no hay consenso sobre nada; o casi.  Que los apoyos unitarios a los candidatos designados en las primarias de febrero del 2012, son inerciales, se mantienen precariamente; y al lapso fijo del 8D. De tal forma que, y como dejó ver Ramos Allup en el requiebro de su declaración; el llamado de Capriles, no fué unitario; y menos el hacerlo acompañado por solo una parte de los integrantes de la Mesa. No solo que no fue unitario; sino que fue anti-unitario; sectario, hegemonizante.
Capriles está consciente; su comando de campaña, PJ, sus asesores y los factores de poder que soportan su proyecto político, también lo están; que la polarización es la condicionante clave para el futuro político de Maduro; para su consolidación como líder del postchavismo. Que para la conformación del madurismo; la polarización es tan determinante como para la conformación del caprilismo. Que la posibilidad concreta de él, de Capriles, lograr ser proyectado mediáticamente en el líder de la oposición; está cifrada en que Maduro lo sea del oficialismo; de los chavismos. Y está consciente igual, que, concretamente, para las elecciones locales; particularmente para las de alcaldes; la polarización tiene como efecto principal la unificación del chavismo; al menos parcial y circunstancialmente; de los chavismos propiamente; que electoralmente está afectado, por la disidencia hasta más que la oposición, que lo está altamente. Sin embargo continúa promoviendo la polarización; involucrándose en las campañas municipales todo lo que le permiten los encuadres político-electorales locales de oposición; haciendo abiertamente  por convertirlas en un evento de su confrontación con Maduro. De hecho en unas especies de primarias precandidaturales hacia el 2019.  
.-* Polarización entre caprilismo y madurismo, negación del pluralismo y la democracia real
La polarización universal e históricamente ha sido la base de la concentración del Poder; de su preservación y eternización. Siempre y en cualquier circunstancia. Aquí igual, es y ha sido así; como una vez más se ha mostrado con el autoritarismo chavista. Y necesariamente opera “a cuatro manos”; las de quién la promueve desde el Poder; y las de quien, según, oponiéndosele, entra en su juego; según, sin opción, en forma inevitable. Aquí y aunque, el chavismo ya es historia; hoy se sigue jugando a ella como si Chávez siguiera vivo. Con la diferencia de que ahora el factor activo polarizante determinante, quién está “sirviendo” es, la oposición; o, está en la oposición; mientras que el madurismo es quien “está al bate”. Y aunque a primera vista, no es evidente; la polarización se promueve, es entre caprilismo y madurismo. ¿Incoherente?. Nó, en cuando a la cuestión del Poder; de lograrlo o llegar a él como sea, y/o, de preservarlo, como sea. Aunque sí, según el discurso; del “cambio”, de “llegarle a las bases chavistas”, de conjurar la abstención, de activar a los “ni-ni”; del discurso supuestamente inclusivo antiautoritario, democrático. La pretensión de convertir al 8D en un plebiscito; manejada inicialmente por ambos; y ensordinada sobre la marcha, igual por ambos; es la negación activa concreta de la retórica del pluralismo y la dinámica y beligerancia de las minorías en la democracia. Sobre todo tratándose de una circunstancia electoral, por excelencia espacio de las minorías y de la pluralidad; como precisamente son las elecciones locales. Si algo es rescatable del discurso, nada que ver con su actuación, del emergente y luego  renunciante Ecarri; es lo relativo a los efectos perversos de la polarización en la caótica realidad nacional. Sea cual sea el discurso; sea cual sea el pretexto; la polarización, es la negación de la democracia real. El mejor ejemplo a mano; por cierto una referencia para entender nuestra circunstancia actual: Méjico. El régimen mejicano; verdadera “dictadura perfecta”, montada sobre un sistema democrático-liberal, con una polarización extrema, blindada político-institucionalmente.
.-*La verdadera prioridad actual de Capriles no es sacar a Maduro
La explicación de la incoherencia entre el discurso pseudo-democrático y la estrategia sectaria polarizante de Capriles y su gente; está en cuáles son sus prioridades reales. La prioridad real de Capriles no es que los resultados del 8D muestren la verdadera correlación entre oposición y oficialismo; el rechazo popular mayoritario al madurismo-(chavismo). Que por lo demás habiéndolo ciertamente, no se mostrará entonces; porque a nivel local la gente, solo muy limitadamente, vota por candidatos oficialistas u oposicionistas. Aunque es menos así, para las alcaldías; en cuyas postulaciones el franquiciado candidatural y secuestro partidista de tarjetas de votación, permiten encallejonar a la gente, más que para las concejalías. Ello aparte de que a niveles locales, al CNE-smartmátic, las condiciones y prioridades socio-políticas concretas  que le marca en madurismo-chavismo, en esta ocasión, le imponen una más cuidadosa y medida administración del fraude. La prioridad actuales legitimar el 14A; y al “arbitro”
La prioridad real de Capriles y su comando de campaña; su “primera prioridad”; hoy; no es confrontar a Maduro, al madurismo-(chavismo); y, mucho menos derrotarlo y sacarlo del Poder. Su prioridad actual, inmediata, es seguir siendo, reforzándose, como el candidato de la oposición para el 2019. Que la promoción mediática polarizante que tiene y que trata de seguir teniendo; lo mantenga e imponga definitivamente en la subjetividad nacional, como el líder máximo, indiscutible, único, del antichavismo. Lograrlo, supone, previamente, imponerse en la oposición; en la que, a pesar de las circunstancias y de quienes manejan la MUD; donde es objeto, junto a su partido PJ; y dentro de éste, su grupo; de un bien amplio rechazo; aceptándosele todavía solo circunstancialmente, y concretamente como candidato. De tal forma que imponerse como líder y candidato definitivo del antichavismo, requiere resolver y mantener resueltos  simultáneamente dentro de la oposición, dos dificultades: el rechazo de que es objeto, por una parte; y por otra, la competencia a que internamente se somete su candidatura. Simultáneamente; pero primero y prioritariamente, ésta. El rechazo y su eventual descarte dentro de la oposición, se neutraliza, manteniéndose constantemente en campaña; promoviendo la polarización por encima de todo;  mientras sigue disponiendo de los recursos y apoyo de los factores de poder con que cuenta y que cuentan con él. Y, haciendo sombra a cualquier posible otro candidato. O sea, acción de mediano plazo; cuestión de tiempo de resistencia y pulso.
Pero la mayor presión sobre Capriles; inmediata; que lo empuja al desenfreno canditaural en estos procesos, los locales, en los que realmente no tienen arte ni parte; a pesar del forzado discurso polarizante.  Al contrario. Que lo impulsa a la pretensión de que es candidato en los 335 municipios; de que se votará por o contra él. Viene, esa mayor presión, es de su propio mundo; de su propio ámbito social y sociopolítico; de las clases medias más altas; y, del centro; de la centro-derecha partidista-empresarial;  en la que se ubican y activan los factores de Poder en que se soporta su proyecto personal, grupal, partidista. Hay otros líderes y eventuales candidatos antichavistas; que los hay y en muchos sentidos mejores que él; que porque están en lo suyo, y/o porque asumen que no les corresponde; o, porque no tienen el apoyo duro que él sí; no se involucran  en las elecciones locales. Entre los que no están, quienes igual de su mismo “centro”, “se le meten por los palos”; abiertamente para imponer sus precandidaturas; “sus liderazgos”; para desplazarlo: López y Machado. Que al igual que él, que Capriles, también y sin que les corresponda, maratonean todo cuanto pueden el país; con el mismo discurso polarizante y, según, de apoyo a sus candidatos; y realmente con el mismo propósito concreto de promover sus propias candidaturas y de luego mediáticamente hacer ver que localmente se votó fue por ellos; que esos votos son suyos.         
.-*Chávez le quedó debiendo una estatua a Carmona; Maduro se la  debe a Capriles
El proyecto del “caprilismo” está en marcha; su impulso y pretendida imposición se soportan en la polarización; a pesar de la consciencia de que ella es el oxígeno básico de Maduro y el “madurismo”. El sinsentido del involucramieno de Capriles en las elecciones locales apunta solo a eso; a que de los resultados del 8D; por lo demás ya cantados por el chavismo; que en concreto no significarán triunfo alguno ni del gobierno ni de la oposición; la votación no-chavista sea totalizada como caprilista.
Que mediáticamente la votación no-chavista; aunque  sea parcialmente y que realmente no sea así, se totalice nacionalmente como “de Capriles”; significará un golpe triple mediático: 1.- afirmarse como la personificación del polo antichavista; 2.- afirmarse como el líder y candidato de la oposición; y, 3.- sacarle ventaja a los aspirantes más cercanos de centro-derecha, López y Machado.
El efecto más importante de la promoción del caprilismo, en la diáspora e inestructura que hoy es el chavismo es que propicia la conformación y eventual consolidación del madurismo. Exactamente en el sentido contrario a las dos retóricas polarizantes de ambos istmos. De tal forma que al igual que Chávez tendría que haberle levantado una estatua a Carmona; por, el 12A,  haber sido clave en su regreso al Poder; Maduro tendría que levantarle una a Capriles; por servirle con la polarización a su estabilización y eventual conversión en una jefatura del postchavismo que hoy básicamente solo político-institucionalmente ejerce.      
Caracas noviembre 2013

             

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