19 jun 2013

UN 8D PLEBISCITARIO ¿OTRO 14A u OTRO 16D?



.-*PSUV y MUD, a elecciones locales sin primarias
El PSUV va a las elecciones municipales del 8 de diciembre, (8D), sin primarias; anunció que seleccionará sus candidatos mediante “un consenso”; con cuotas a los aliados del “Gran Polo Patriótico”, (GPP). Por su parte, la MUD, ya declaró expresamente, que asume que los suyos, de oposición, ya están escogidos; aunque en muchas entidades, en las más importantes, piden volver a consultar y aunque las primarias en que se designaron fueron en febrero del 2012; hoy hacen catorce meses.
Sin explicación ni transparencia, como es usual, el CNE fijó las elecciones locales, para alcaldes y concejales, para el 8D, diez meses después de para cuando inicialmente las anunció, febrero del presente; evidentemente en función del interés y la ventaja que esos meses adicionales significan para el chavismo. Capriles, por su parte, en algún momento declaró que al contrario, debían ser inmediatamente, yá, en julio. Tanto,  correr la fecha, como la idea de que debían ser yá, responden en definitiva a similares consideraciones. Para el chavismo, estos meses son para tratar de manejar y darle la salida menos costosa políticamente, a la imposible cuestión de las candidaturas locales; en la más  intensa beligerancia de sus bases, partidistas y de aliados;  que, si ni siquiera Chávez logró manejar totalmente, ahora, con la burocracia inestructurada que es la cúpula del chavismo y la implosión que vive, todo apunta a que resulte un verdadero reguero general de candidaturas incontenible. Igual, la idea, negada obviamente, de que deberían ser yá, atiende a lo mismo; a que se bloquearan las ya muchas planteándose, y previsiblemente crecientes aspiraciones candidaturales de base de nuevos, o viejos, liderazgos o cuadres políticos locales, partidizados o no, que desconocen la validez y vigencia de unos listados de candidatos, cuestionados ya entonces, seleccionados hace casi dos años.     
.-* Elecciones locales, un plebiscito doble
Expresamente, Capriles secundado en general por la oposición, maneja la idea de que las elecciones locales del 8D serán, o deberán ser, un plebiscito; propiamente un doble plebiscito, simultáneo: ”si o no” sobre la gestión chavista; y, “si o no” sobre su liderazgo nacional; notoriamente, en realidad, mas en éste segundo tema que en el primero.  Cuenta o aparenta contar con que el mapa electoral el 14A se repita, amplíe y densifique. Por su parte, el chavismo maneja una idea casi igual; volver a poner a la gente, o que el CNE lo haga aparecer así, optando plebiscitariamente entre supuestos dos modelos de sociedad; que se vote, real o “smartmáticamente” por “la izquierda” o por “la derecha”, más exactamente, sería por “la derecha amarilla”. Pero resulta que las del 8D son unas elecciones locales; por naturaleza despresidencializadas, despolarizadas. En ellas la gente, más allá y a pesar de sus filiaciones políticas y clientelares, de sus escepticismos, y a diferencia de cómo lo hace para gobernador o presidente, vota por o contra  gente de carne y hueso; por o  contra candidatos que conoce, a los que le sabe la historia y a los que ve o puede ver y abordar cualquier día en cualquier esquina, plaza o centro comercial; y de los que sabe perfectamente qué esperar y qué no. De ahí que los resultados electorales locales, incluso enmarcados en el fraude, son tan predecibles; y, en mucho por eso, la abstención y las correlaciones resultantes, en general no corresponden a las de las regionales; ni, menos, a las de las nacionales; procesos éstos en los que la polarización electoral, básicamente mediática, sí funciona. Tales resultados locales, no son motivados sino muy  parcialmente por la visión “presidencialista” y por  el “desinterés político de la gente,” con que politológicamente se pretende explicar la menor participación que en general hay a ese nivel. Realmente, a nivel local, la gente, no es que “se abstiene”; sino que vota o no vota, por o contra alcaldes y concejales, a plena consciencia de lo que hace; como no lo hace, tanto, cuando vota por el  gobernador y, menos por el presidente; de los que en general tiene visiones menos o casi nada vivenciales; mas mediáticas. Lo que explica, por cierto, la inconcebible ilegal e impune posposición por varios años de las elecciones municipales; activa y concretamente por el CNE; pero en genera, de hecho, con la anuencia oposicionista.
.-*  Polarizar por encima de todo y a costa de lo que sea
No es el propósito aquí dar lecciones políticas ni trazar líneas de acción a nadie; ni siquiera establecer interlocución alguna con factores de poder de cualquiera de los ismos que hoy manejan lo político-institucional del país; y concreta e inminentemente, lo electoral. Se trata traer a colación, el punto de que la polarización y su exacerbación inducida mediáticamente a cuatro manos, y la manipulación mediática de su promoción hacia lo sociopolítico, ha sido  determinante de lo político-institucional, en el país, durante los últimos quince años. Y ha sido una determinante de la generalización de la crisis total que hoy vivimos; aunque se origina y viene profundizándose ya desde hace cuatro décadas. Por lo que nada de lo que suceda, o pueda suceder, previsible o imprevisible, ahora en las elecciones de diciembre; ni en las que vienen los próximos años; apuntará  hacia una salida de la crisis nacional, sin desmontar la polarización político-institucional actual y su inducción mediática hacia lo sociopolítico. Y precisamente el soporte sociopolítico básico para la despolarización, en función del desmontaje en perspectiva y a nivel de las estructuras político-institucionales de poder actuales; está, precisamente, en esa consciencia política, despolarizada convivencial a pesar de todo, que hay en la base ciudadana; que existe y se mantiene entre los vecinos, en las comunidades, a quienes a  niveles locales toca votar por sus alcaldes y concejales el próximo 8D.
Apostar o jugar políticamente a la polarización, salvo en coyunturas extremas, de crisis terminal, en general  favorece a quién controla el Poder; normalmente, y ese ha sido y es nuestro caso, propicia el congelamiento, la estabilización y su proyección, de las correlaciones político-institucionales de Poder que haya en la coyuntura. En otros términos, en un momento no terminal; y teniendo alternativas; jugar a la polarización, consciente y voluntaria o inconsciente e involuntariamente, es jugar a que quién está en el Poder siga en él.
.-* El CNE garantizará que el 8D sea un 16D y no otro 14A
A estas alturas, nadie debería llamarse, ni llamar, a engaño con el CNE; que ya puso todos los puntos sobre las “íes” acerca de a qué debe atenerse el país con respecto al 8D. Según, “todo está perfecto y seguirá estándolo”; “la auditoría del 14A demostró que  los resultados son impecables y sin errores”; y “el sistema electoral venezolano esta blindado contra fraude y trampas; es el más confiable del Mundo”; han dicho las rectoras; “el RE está auditado y avalado por la oposición; y los centenares de miles de muertos que ciertamente se demostró que hay en él, ciertamente están sí allí, pero no votan”. Tanto todo esto es de verdad así, que el mismo rector Díaz, se permitió declarar, que lo que sí falta es que el Consejo, “le dé más confianza a la gente”. En conclusión, no digamos de fraude; sino que, según y fehacientemente, ni siquiera de “irregularidades” puede ni debe hablarse con propiedad. A partir de lo que, y ya avanzando hacia el 8D, el Comando Simón Bolívar, (CSB), de Capriles, por lo visto se vio en la necesidad de aclarar que su demanda de una auditoría, ante el CNE y el TSJ, de los resultados de abril, se mantiene. Que en un determinado plazo recurrirá a las “instancias internacionales”.               
Quiere decir, en conclusión, que toca asumir que las elecciones municipales de diciembre serán, iguales, tan “impecables” y “transparentes” como han sido todas las anteriores que desde el 2004 ha hecho el CNE; obviamente incluidas las del 14A. Pero, también obviamente incluidas  las del 7O y del 16D pasados. El punto está, entonces, en si las elecciones locales, que anunciadamente serán como todas las anteriores, el CNE hará que reproduzcan, el proceso y los resultados de las presidenciales de abril pasado; o los de las presidenciales y de gobernadores de octubre y diciembre del 2012.  Nadie seria y honestamente, puede tener dudas de que los resultados reproduzcan uno u otro modelo, sin tener casi que ver  con cómo realmente vote la gente, igual que siempre, lo determinará el CNE; que va a contar los votos como siempre; en función del interés y la estrategia chavista de poder. Es pertinente aquí, arriesgar una respuesta a la cuestión de la diferencia entre dichas votaciones de octubre y diciembre pasados; solo seis y cuatro meses antes; y las de abril; prácticamente en el mismo contexto político. Pues: el chavismo, confiado en que estaba sobrado, que hasta pasaría los 10 millones de votos; considerándolo innecesario, optó por darse el lujo de que el CNE no montara el fraude que sí montó para las dos anteriores. Y que siempre, siempre, ha montado desde el 2004. A partir de lo que, lo serio y honesto, es prever que el CNE manejará las elecciones del próximo 8D, no como lo hizo con las del  14A; sino como manejó las del 7O y el 16D. Mas concretamente, que las mismas, se concretará de acuerdo al modelo del 16D y no al del 14A.
.-* Un plebiscito que legitimará al CNE y al fraude
Se ha cuestionado, como incoherente, que Capriles y su CSB, llamen y pretendan jefaturarlas, a las elecciones locales, mientras demandan la nulidad de los resultados del 14A.  Indiscutiblemente que, además de la ambigüedad en ambos aspectos, se trata de una incoherencia en relación a la manera y al discurso con que está llevando la impugnación. Ambiguo porque se habla jurídica y políticamente, de “irregularidades”, y de “robo de votos”, cuando hay la conciencia y en concreto es de lo que se trata; de que hubo fue un fraude total. Y es  inconsistente e incoherente, porque se insiste en lo procedimental electoral, incluso en aspectos del sistema; sin denunciar y acusar abiertamente el fraude ni al CNE; sin descalificarlo claramente como toca, como árbitro. Ahí  está la incoherencia real de fondo. No en la disposición es sí de llamar a participar.
Además, ya nadie puede tener dudas, hay que insistir, en que para el 8D el CNE va a montar el fraude necesario, para que no siendo otro 14A; “dudoso”, “apretado”; y aunque no llegue tampoco a ser otro 16D; resulte sí en una correlación  cómodamente suficiente para volver a  garantizar la mayoría al chavismo. Ni Capriles ni su CSB ni la MUD ni nadie en la oposición, ignoran que en diciembre habrá un fraude total Todos lo saben. Por lo que lo más cuestionable es que repitan la estrategia triunfalista de agosto y el 7O; ahora peor, que, a sabiendas de cómo se armarán los resultados, además, se lleve el triunfalismo hasta el extremo de  llamar a participar para convertir las elecciones municipales en un plebiscito. Adelantándome al trato del tema más abajo; destaco que es obvio que si se habla de un plebiscito, se asume que su dictamen, de ”si” o “no”, lo dictarán los resultados; lo que quiere decir que los mismos serán confiables; luego, se asume que van a ser correctamente contados, por un árbitro confiable. Esto, siendo el CNE el árbitro que contará los votos plebiscitarios; pues de todas todas y, sin más, se le está legtimando  de antemano al convocar un plebiscito que él arbitrará. Estando ahí la mayor y peor inconsistencia de la posición de Capriles y la oposición. Pues, llamar a participar en un proceso electoral, que de antemano se sabe viciado;  y a pesar de que  se le denuncia como  fraudulento; aparte lo discutible que pueda considerarse; es,  o puede ser, una posición, una actitud política absolutamente  válida. De hecho en este caso lo es. No siendo  lo mismo, al contrario, y es el punto, llamar triunfalistamente a participar en un plebiscito, a conciencia y cayándolo de que se trata de otro fraude.       
.-* El replanteo de la mejicanización con el cierre de “la victoria perfecta”
En la estrategia de la “victoria perfecta” decretada por Chávez a principio del 2012,  concretada bajo el fuerte impacto político nacional de las primarias de la oposición; las elecciones municipales estaban definidas como el nivel de base comunal de hegemonización y control de la vida y la política nacionales. La secuencia de su implementación de las elecciones presidenciales, regionales y locales, estas últimas, programadas oficialmente para febrero del presente 2013, se descontinuó con su muerte. Tal estrategia base de “la nueva geometría del poder” y soporte del “Estado Comunal”, que con él vivo ya era un delirio inviable, aunque mantenía su pretensión de imponerla; ahora desaparecido, ni siquiera como pretensión o intento es mínimamente sustentable. Sin embargo, disponiendo el chavismo a discreción de la capacidad del CNE para garantizar la votación necesaria para “ganar” en la gran mayoría, y hasta en todos de los 335 municipios; lo previsible es qua active lo suficiente, aunque quizás no al extremo de que resulte en una correlación local similar a la regional, de 20 de las 23 gobernaciones; un 70%. Con lo que a pesar de su ausencia, algunos dirigentes chavistas ya lo han anunciado, la “victoria perfecta” decretada por Chávez, se completará y  perfeccionará; o se asumirá así. Siendo sin embargo previsible que, para además relegitimar al CNE, el chavismo dicte esos resultados menos desproporcionados, más creíbles en general  y conformables por la oposición.
Completar el chavismo la “victoria perfecta” ganando “smartmáticamente” la mayoría de las municipales; aunque no tantas como de las regiones; le permitiría mantener mediáticamente por algún tiempo la ficción y la retórica del “proyecto”, del “chavismo”; aunque cada vez mas desdibujadas y sin tono. Pero en otro plano más condicionante; y de acuerdo a cual sea la estrategia a partir de los resultados que la oposición, o Capriles y su oposición, asuman; se replantearía la mejicanización político-institucional que quedó en suspenso a partir del 14A. La mejicanización, con un postchavismo, ya boqueando y manoteando en la crisis nacional, agotado, pero en el Poder, en el gobierno; frente un Capriles el caprilismo y los amarillos, como “oposición perfecta”, en la estrategia de mediando plazo de capitalizar pre-electoralmente su agotamiento en el Poder y la profundización inercial de la crisis en perspectiva; siempre apuntando hacia las presidencia del 2019.        
.-*Ni con chavismo, madurismo; ni con puntofijismo, caprilismo, saldremos de la crisis
Sean cuales sean los resultados que finalmente produzca el CNE; incluso  hasta que en la mayoría de los municipios pusiera a perder al chavismo; si, como es posible, chavismo y puntofijismo, induciéndola a cuatro manos logran polarizar importantemente la campaña y los resultados; será lo peor que pudiera sucederle al país. E incluso “perdiendo” espacios, será lo mejor para el chavismo, para el que hoy en su fase terminal, significaría un oxígeno de legitimación; a bajo costo por lo demás. Ya teniendo las gobernaciones y la Presidencia de la República; no tener la mayoría de los municipios no será un gran problema. Sería lo peor para el país; porque la mejicanización, propiciando la polarización absoluta a todos los niveles de la política y la vida nacionales; imponiendo que no hay vida ni espacio ni oportunidad, sino optando entre chavismo y caprilismo; aparte lo perverso que sería; regresivamente, frenaría y ralentizaría la intensificación de la dinámica sociopolítica actual, que, al margen de lo electoral, expansiva y acumulativa, hoy tiende a su “masa crítica”.
Abstenerse y votar, mayor e igualmente, son actitudes políticas; resultan ambas de la percepción y  la consciencia política que, masivamente, haya en cada momento electoral; siendo en general, son solo parcialmente inducidas. Ciertamente, abstenerse, una actitud, en general, no es una opción política; pero igual votar tampoco necesariamente lo es. Muchas veces mucha  gente vota “por no dejar de hacerlo”; en contra de su verdadera expectativa y visión de las cosas, bajo presión o la compulsión de la polarización. De ahí, que votar en un marco de alta polarización, como puede y tratan que sea en  nuestro caso el próximo 8D, no servirá para nada en función de la crisis nacional y de ir hacia una salida a ella. Ni el chavismo, hoy postchavismo, madurismo en promoción; ni el puntofijismo, en su variante hoy también en promoción, el caprilismo; ni uno, ni otro, ni mejicanizados, sea cual sea gobierno y sea cual sea oposición; son opciones reales, ni pueden contribuir a una salida progresiva a la crisis nacional de la que ellos han sido sus gestores y beneficiarios políticos; y que se conforma profundiza y proyecta, determinantemente a partir y sobre la polarización político institucional inducida mediáticamente desde años por ambos: y de la que han vivido.
.-* Plebiscitariamente el 8D se votaría por los “quinos” de la MUD
Chávez, con todo el control que logró del Poder, control real y control político-institucional mediático-trampeado; ni siquiera con el CNE a discreción se atrevió, ni logró nunca, a convertir las elecciones en los  plebiscitos que pretendía. Desde que en el 2006 anunció por primera vez los “10 millones por el buche”, que se quedaron  lejos; hay que repetir, a pesar del fraude; hasta la última vez que en vida él mismo volvió a anunciarlos para el 7O; ni cuando, a su nombre, creyéndose sobrados al invocarlo recién muerto, volvieron los chavistas a darlos por seguro, hubo ningún resultado “por el buche”. A pesar de la polarización electoral y del CNE, ningún resultado, reciente ni mas anterior, fue plebiscitario. Hasta en los eventos más concurridos, una y otra vez, tercamente, se mostró una correlación político-electoral, de tres tercios; dos, por uno y por otro; y un tercio por ninguno; o, en contra de ambos. Aunque realmente siempre fue claro que apartando al CNE, mismo desde las parlamentarias del 2005, electoralmente, el chavismo real, “duro”, no pasaba, ni pasó nunca, del 20 o 25%. Porque, y a pesar de todo, la mayoría real de los venezolanos, nunca le dijo plebiscitariamente ni “si” ni “no” al chavismo; aunque tampoco ello en ningún momento implicó que plebiscitariamente ninguna mayoría  le dijera “si” a la oposición. 
Declarar que el 8D será o deberá ser un evento plebiscitario, es pretender que la gente que rechaza al chavismo, vote encallejonada; como cuando votó para elegir constituyentes en 1999; por los candidatos del “quino”, que ahora serían, no de Chávez sino de la MUD; en cada municipio se votaría con uno de los 335 quinos de de la oposición, uno para cada alcaldía y concejo municipal. Y promoverlo como simple continuidad o proyección del 14A, es además, pretender que el voto diga, “Capriles sí, Maduro no”. Nada diferente, en nada, a la oscura y desastrosa pretensión plebiciscitarizante chavista; aquella de “con Chávez y Equis un solo gobierno para…”. Que ahora sería, “con Capriles y Zeta un solo gobierno para Ricauter” por ejemplo, o,“con Capriles y Ve un solo gobierno para Uracoa”, “con Capriles y Doblevé un solo gobierno para….” etcétera. Realmente delirante; infatuadamente delirante; regresivo. Además, irreal. Chavismo amarillo.
Pero no solo es delirante y regresiva la pretensión plebiscitarizante de Capriles. Igual que la de Chávez, expresa una concepción mesiánica, autoritaria, de la política y del ejercicio del Poder. Que niega, objetivamente, más allá de cualquier discurso o juego de palabras, que la política, hoy ya definitivamente, tiene como sujeto, no a un líder, sino a la gente, a la ciudadanía; a la ciudadanía en cuyo ejercicio soberano se origina y al que ha de responder la gestión pública, el ejercicio del Poder. Vale recordar, a tal efecto, que  el plebiscito, en general, ha sido un recurso del autoritarismo y del totalitarismo.
.-* Primarias municipales despolarizadas, un debate constituyente ciudadano
Hay que repetir que la crisis que vivimos los venezolanos, no fue causada por Chávez; aunque con su régimen la profundizó y metastasió. Que se activó inercialmente desde los años setenta y que en sus dos fases, puntofijista y chavista, se  generaron acumulaciones sociopolíticas y se desarrollaron subjetividades opuestas, hoy y en principio, excluyentes entre sí. Que tales acumulaciones y tales subjetividades, son parte sustancial del problema de fondo; mas allá de lo malo y perverso de la gestión chavista y de las cinco o seis últimas puntofijistas. Y, que ese problema de fondo, que no se resuelve con un simple cambio de gobierno; solo se visualizará y podrá procesarse y manejarse, nacionalmente, a partir de un verdadero, profundo, de un “sincero debate”; como el papa Francisco dijo a Maduro. “Sincero” de parte y parte, se entiende. Viene al caso esto, obviamente, porque la polarización en sí misma es la negación absoluta del debate; siendo precisamente los plebiscitario, el “si” o “no”, su expresión extrema.        
Ese debate nacional, profundo abierto “sincero”; inevitablemente se va a dar, porque es vital. Un debate constituyente ciudadano; en alguna variante de la que se vienen proponiendo. Y que ya se está planteando a pesar de la manipulación polarizante y repartidizante que hay hacia el 8D. Porque se entiende que es la única vía hacia abrirle “sinceramente” una salida a la crisis  profunda, estructural, que vivimos.
Que la gente, las comunidades, despartidizada y despolarizadamente, debatan su realidad concreta, local; y la regional y nacional; y designen a quienes considere más capaces y confiables como alcaldes y concejales a partir de esos debates; independientemente de su militancia o filiación política o ideológicas; será, o sería, una primera jornada nacional constituyente ciudadana; primero local, y luego hacia su secuencial desarrollo regional y nacional. No promoverlo así, no aceptarlo e insistir en la polarización y plebistización de las elecciones locales del 8D; constituye además, un serio doble riesgo: uno, que, realmente o, como seguramente será, por obra y gracia del CNE, smartmáticamente resulte, como el 16D o incluso como el 14A, en un “si”, pero al chavismo; dos: que, al ser desconocida, polarizadamente la voluntad de la gente de base imponiéndoseles candidatos desde las cúpulas, PSUV-GPP y MUD; los “si” y “no” al que sea, sumados, resulten minoría; frente a una mayoritaria abstención.   
 Caracas 19.06.13


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