1 may 2013

14A FRAUDE O "IRREGULARIDADES"? AUDITORIAS? IMPUGNACION?



.-*La salida política de la auditoría .-* Cualquier auditoría verdadera mostraría el fraude .-* Una campaña opuesta a lo que se esperaba y se creía que estaba siendo .-* La cuestión es el fraude; no las “irregularidades” e “inconsistencias”. Ni que le robaron el triunfo a Capriles .-* Mapear el fraude sistémico chavista,  que es contra la gente, contra todos.


.-*La salida política de la auditoría
Capriles y la MUD no participan en la auditoría que el CNE hace, sin manejo de todos los componentes del acto de votación, escrutinio y totalizaciones; sino que solo de los que  los rectores definieron. Dos semanas atrás se aceptó la propuesta de ampliar la auditoría ciudadana, al 100%, inicialmente decidida por el ente electoral, aunque muy confusa y ambiguamente, anunciada por Tibisay Lucena y luego en un remitido. Tanto la negativa definitiva como la aceptación de entonces, fueron acertadas.
La idea de hacer la auditoría ciudadana al 100% de las cajas, fue una salida política; para todo el mundo. Para el chavismo y la oposición; para los gobiernos extranjeros. La terminante negativa  inicial de las rectores cedió, evidentemente, aunque luego se vio que, solo momentánea y formalmente, cuando las cúpulas chavistas se vieron atrapadas ante la convocatoria sobre la marcha de UNASUR para tratar la crisis político-electoral venezolana. Era claro que el organismo subcontinental en Lima iba a reconocer la elección de Maduro; pero igualmente el derecho de la oposición a solicitar el reconteo; sobre todo, habiendo el empate técnico que hubo. La resolución del CNE de hacer la auditoría, obviamente cumpliendo instrucciones superiores, se produjo solo horas antes de que Maduro mismo, firmara el consenso latinoamericano en Lima, aceptándola.
El chavismo, gobierno PSUV y sus principales voceros; y los rectores; se mostraron aparentemente de acuerdo y hasta despreocupados de que se realizara la auditoría; y de sus resultados, que, según, no cambiarían nada. Por su parte la oposición se mostró satisfecha y dispuesta; a la espera solo del protocolo para hacerla. Sin embargo; mismo desde el momento que en que el CNE declaró que se haría; en manera y contenido, en su rueda de prensa y en su remitido, ya había suficientes indicios de que realmente no había tal disposición. A medida del transcurso de los días, las rectoras, sin compostura ni impostaciones pseudo-institucionales; una vez una y otra vez otra, fueron anunciando restricciones y controles cada vez mayores con los que se realizaría la revisión. Primero fue que no se contarían los comprobantes de voto, luego que los registros de huellas; finalmente, que los cuadernos de votación no se revisarían votante por votante, sino en cuanto al total de votantes. El desconcertado incoherente y tragicómico rebullir de las rectoras; junto a la ambigua intermitencia mediática del rector Díaz, mostraron su terror por lo que, por lo visto, inconteniblemente saldría de la auditoría; terror que igual dominaba a las cúpulas chavistas; mismo a las que estaban al tanto de la realidad de la dimensión del fraude del SAIME-CEN-PR; como de las que ahora fue cuando se enteraron.
.-* Cualquier auditoría verdadera mostraría el fraude
Lo que era obvio y claro para la gente; y que Capriles resumió al decir, “en las 12.000 cajas que se auditen está la verdad”, está el fraude; ahora constituye la demostración fehaciente del fraude, de su alcance y de su carácter sistémico. Una auditoría en que se correlacionen los comprobantes de votación las huellas y los cuadernos, lo evidenciaría. ¡A menos que no lo haya!; de que realmente haya habido más votos para Maduro. Entonces, tratándose de un proceso expedito; y, si, estando prevista legalmente como “Face II de la auditoría ciudadana”; y como los rectores  sostienen, el hacerlo no cambiará los resultados; y daría la “tranquilidad” a la que se refiere el rector Díaz; además de que potenciaría la confiabilidad  en el CNE; entonces, no habría razón ni explicación para no hacerla. Pero siendo la decisión final del CNE que se revise todo menos los cuadernos; lo único en que se puede concluir, obviamente, es que en la correlación de los otros elementos con los cuadernos, se evidencia el fraude; que es lo que el chavismo, incluido el CNE, no puede ni va permitir. Y se evidenciaría el fraude, como sistema; no ya solo “irregularidades inconsistencias y errores”; sino su estructura nacional, coherente, programable dosificable y gerenciable,  en función de un resultado preestablecido, a voluntad de quien lo controla y maneja como proceso computarizado. Algo que se saltaría a la vista, sobre el acerto de que en esas 12.000 mesas está la verdad, está el fraude; es la cuestión de cómo se programa mapea y opera, la selección, nacional regional y localmente, ese 54%, las cerca de 20.000 mesas, según, auditadas la noche del 14A; de forma de que en ellas no se muestró el fraude que sí se mostraría en el resto. Pues la cuestión no está en las irregularidades las inconsistencias y los errores y fallas técnicas, que siempre hay en todo proceso electoral; sino en las secuencias algorítmicas, los impulsos y los factores y relaciones  sistémicos de implementación concreta, que los prevé, programa permite y provoca; nacionalmente; y de los cuales son producto.
.-* Un fraude sistémico administrado
El fraude electoral no es nuevo. Ni es nuevo con el chavismo; éste asumió desde el principio el del puntofijismo; para las megaelecciones del 2000 incluso en sociedad con éste. Aunque como fraude propiamente chavista, comenzó a montarse el 2003 para el revocatorio del 2004; estado montado desde entonces perfeccionado y cada vez más sofisticado; samartmatizado; en todos los procesos de votación realizados hasta hoy. Habiéndolo estado para el 14A;  como igual lo estuvo  para el 7O y el 16D. Como muchos elementos y hechos lo indician; el fraude chavista, sistémico, estructurado integralmente, es administrado y dosificado en alcance y monto a voluntad y según las características de cada evento. El presidente Santos tiene razón; si para octubre con el mismo sistema que para ahora en abril, la oposición y concretamente Capriles reconoció los resultados; no hay razón para que no lo haga ahora. Pues ciertamente, institucional y formalmente, con el mismo SAIME-CNE-PR, las  elecciones del 7O fueron iguales a las del 14A; y a las  del 16D. Y con igual ventajismo manipulación y peculado de uso oficiales. Lo que aparentemente quita sentido y justificación al desconocimiento oposicionista de los cómputos que hicieron presidente a Maduro. Pero tiene razón solo aparente y formalmente. Porque el chavismo administra el fraude de tal forma que la implementación que sí hubo para octubre con Chávez candidato, y, también para diciembre con sus candidatos a gobernadores; no la hubo ahora para abril. Hasta el punto que si el chavismo hubiera asumido el evento de octubre como asumió el de abril; que si entonces no hubiera activado el fraude como no lo activó ahora; Chávez entonces, hubiera perdido o casi, como ahora Maduro. Igual a como “ganaron”, obra y gracia del CNE; en 20 estados, los candidatos a gobernador chavistas, que sin fraude no hubieran sido más de 10 u 11. Pues, si como bien, aunque insuficientemente, dice Santos, institucionalmente, es el mismo sistema; igual también es la misma población votante en las tres jornadas de votación; que ¡en 5 meses!, habría  producido resultados electorales tan subrealistamente  incoherentes; tan imposibles.
.-* Una campaña opuesta a lo que se esperaba y se creía que estaba siendo        
Entre el proceso de octubre pasado y el reciente de abril, de ambos lados, chavismo y oposición, se produjeron impulsos y se asumieron posiciones diferentes en relación a la dinámica electoral real. Por el lado del chavismo lo determinante fue que se consideró sobrado; que dio por descontado  que arrasaba; y que hasta iba a sobrepasar los 10 millones de votos. Derivadamente de tal sobrestimación, por lo visto no considerándolo necesario; el fraude no se habría implementado a la escala y con el alcance y profundidad que tuvo en octubre. Ni siquiera la mínima y de muy baja calidad política de respuesta de calle del chavismo en la campaña, fue percibida o aquilatada por las cúpulas chavistas. Ni siquiera a pesar del alto contraste que mostraba con la espectacular y de alta calidad política y participación del antichavismo. Solo ya en la tarde del 14A fue que las cúpulas del chavismo comenzaron a registrar que grandes cantidades de chavistas no estaban votando; siendo entonces cuando hizo de intensificar la presión de última hora; ya tarde para implementar el fraude a la escala necesaria. Y para solo posteriormente tomar conciencia de que junto a millones de chavistas abstenerse, casi un millón votó por Capriles. Junto a que la supuesta arrasadora “maquinaria chavista” no respondió; o demostró que es un mito mediático; otro factor determinante fue la actuación del Plan República, que, a diferencia de los anteriores procesos, actuó institucionalmente en buena parte del país; en donde no permitió o casi, la milicia; y en determinadas zonas  bloqueó el tradicional acoso chavista sobre los centros de votación y el electorado.
Por parte de la oposición, más todavía, las posiciones actitudes e impulsos fueron diferentes a las del 7O; tanto en la campaña en si como en función post-electoral. Consciente el antichavismo de la descomunales desventajas y asimetrías fácticas en que electoralmente estaba; superando inesperadamente el bajón motivacional en que lo sumieron los resultados del 7O y el 16D, se movilizó mas y mas intensamente que para las anteriores campaña. A pesar de que había la idea generalizada, la matriz, de que ganaba Maduro hasta con más votos que Chávez antes; asumió que lo que tocaba era movilizarse al máximo para reducir lo más posible la desventaja; a pesar del fraude, del que había conciencia; y ante el que se asumió que  mientras más se votara, más se evidenciaría. Po su parte, la candidatura de Capriles, en esta ocasión fue  contraria a la de agosto-octubre; su negación; sobre todo despartidizada, verdaderamente unitaria, con una sola tarjeta, más agresiva y cuestionando al CNE al que, en esta ocasión, no avaló. Además, hubo más participación activa de la gente en los centros y mesas de votación; recabándose y manejándose más información, que en los eventos anteriores.
En síntesis; lo que se esperaba era que el chavismo ganara seguro, y hasta duplicara a la oposición. Las encuestas, todas, daban ventaja a Maduro, de hasta 18% y 20% la que mas; y 3 a 4% la que menos. Sin embargo, como al fin fue evidente: aunque siempre hubo señales, muchas, de que sería así; las dinámicas reales concretas se movían inversamente. De tal forma que de no ser  por el fraude, básico o de margen de seguridad o de última hora, que hubo y se evidenciaría en una auditoría transparente, Maduro hubiera perdido más abiertamente de cómo realmente se demostró que perdió.
.-* La cuestión es el fraude; no las “irregularidades” e “inconsistencias”. Ni que le robaron el triunfo a Capriles
Si la idea de la auditoría, de proponerla y de aceptarla fue una salida política; ante una crisis que por la vía de la profundización de la confrontación se haría regresiva; también la idea de la impugnación, es una salida política. Que el chavismo tuviera que aceptar la auditoría y forzar al CNE, ya fue una derrota política y moral, profunda. Y la oscura y grotesca forma de echarse atrás luego del anuncio inicial de su aceptación; hasta en UNASUR; es la profundización y proyección de esa derrota; con la implicación de que es demostrativa del fraude. De cualquier forma lo que mostraría mas delineadamente la auditoría, serían solo las “irregularidades” y las “inconsistencias”. Las mismas sobre las que se, según, se sustenta la impugnación; que además, como se sabe, será un largo proceso; qué, rematará, a lo mucho, en un balance político; en tal caso; y, quizás en algún dictamen técnico-jurídico-político, de algún ente internacional; de que se repitan las elecciones total o parcialmente. Pero sin que se cuestione el sistema electoral; sino y en tal caso, las totalizaciones y los resultados parciales o totales del 14A. Cuando, las “irregularidades” “inconsistencias” y “fallas”, siendo lo resultados esperados por quienes lo operan; en nuestro caso; al revés de lo que terminológicamente sugieren; precisamente, son regularidades consistencia y aciertos, efectos producidos y esperados del sistema, del fraude chavista; que es de lo que se trata y es la cuestión de fondo. Pues, lo de fondo no es que le hayan robado el triunfo a Capriles; que le hayan quitado votos o puesto más a Maduro. Lo de fondo es que el sistema electoral venezolano, chavista, es un sistema en línea montado para el fraude; inicialmente para garantizar la reelección indefinida a Chávez. Y todo lo que eso implica; en cuanto a la pretendida legitimidad del régimen chavista; pretendidamente resultado de las decenas procesos electorales, supuestamente transparentes, montados por SAIME-CEN chavista desde el 2004. Y, sobre todo lo que implica en perspectiva para los próximos procesos electorales.
.-* Mapear el fraude sistémico chavista que es contra la gente, contra todos
Lo que ha sido el 14A, y restrospectivamente, el 16D y el 7O, no permite relativizaciones. La percepción nacional, los procesamientos técnicos serios y los testimonios de la gente más de base; muestran el fraude total sobre el que el chavismo pretende continuar en el Poder; el mismo sobre el que lo ha logrado, sobre todo, desde el 2004. Un fraude total, sistémico, con alcances quizás ilimitados; y que algunos cuantifican hasta de tres o mas millones de votos; que no es contra Capriles ni la oposición; sino contra el país, contra todos los venezolanos, incluidos los chavistas.  El 16D pasado, el sistema SAIME-CNE, puso a ganar gobernaciones a veinte candidatos chavistas; y a perder, a tres. El sistema da como para haber puesto a ganar las  veinte y tres; por táctica política no se hizo. Les robó los votos a varios candidatos antichavistas, que según los últimos resultados del 14A hubieran ganado, si los votos se hubieran contado bien. Pero  también les robó los votos a varios candidatos disidentes chavistas, que al menos dos, eran ganadores. Un fraude que no reconoce límite alguno, para garantizar los resultados predeterminados. Durante demasiado e injustificado tiempo; y hasta ahora; montado perfeccionado y operado a discreción; lamentable e injustificadamente, con el aval y la legitimación de  la oposición. Ha sido y es, un fraude a cuatro manos; del que son corresponsables, el chavismo que lo monta y opera, sí; pero también la oposición que, hasta hoy, lo ha avalado.
Notoriamente, las rectoras y el rector electorales, con la, acertada  negativa de ahora de Capriles y la MUD a participar en la auditoría, ya respiran calmadamente. Aunque con el más alto costo político, máximo, ya no se sienten desnudos contra la pared. Están haciendo su auditoría de mentira. Vuelven a su impostura institucional. Ahora viene la impugnación que, según algún discurso,”puede demorar meses”; pero que seriamente y sin manipulaciones, previsiblemente durará años. No se objeta la impugnación; ni siquiera por ser una salida política; ni tampoco a sabiendas de que sus resultados cuando los haya, en concreto incidirán poco o nada; al menos hasta el 2016 o el 2019. Pero, lo responsable y de verdadera alta política es propiciar o aportar a que la conciencia y vivencia nacional que hay de lo totalmente fraudulento del sistema electoral chavista; se asiente y madure en la subjetividad  nacional; como la conciencia de la ilegitimidad del chavismo y de la concentración de poder que logró; y del aval que, por las sinrazones y la injustificación que fueren, durante 10 años le dio la oposición. Y tal maduración de la conciencia sobre el fraude chavista sobre su dimensión e implicaciones, comienza por dejar de manejar las cosas en términos de “irregularidades inconsistencias y fallas”; para hacerlo en los términos que corresponden, de la existencia de un sistema para el fraude total. Contra el país contra la gente. En función de mapeas y levantar el modelo del fraude chavista.         
Caracas abril de 2013.

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