.-*La salida política de la auditoría .-* Cualquier
auditoría verdadera mostraría el fraude .-* Una campaña opuesta a lo que se
esperaba y se creía que estaba siendo .-* La cuestión es el fraude; no las
“irregularidades” e “inconsistencias”. Ni que le robaron el triunfo a Capriles .-*
Mapear el fraude sistémico chavista, que
es contra la gente, contra todos.
.-*La salida política de la auditoría
Capriles y la MUD no
participan en la auditoría que el CNE hace, sin manejo de todos los componentes
del acto de votación, escrutinio y totalizaciones; sino que solo de los que los rectores definieron. Dos semanas atrás se
aceptó la propuesta de ampliar la auditoría ciudadana, al 100%, inicialmente decidida
por el ente electoral, aunque muy confusa y ambiguamente, anunciada por Tibisay
Lucena y luego en un remitido. Tanto la negativa definitiva como la aceptación
de entonces, fueron acertadas.
La idea de hacer la auditoría
ciudadana al 100% de las cajas, fue una salida política; para todo el mundo.
Para el chavismo y la oposición; para los gobiernos extranjeros. La terminante negativa
inicial de las rectores cedió,
evidentemente, aunque luego se vio que, solo momentánea y formalmente, cuando
las cúpulas chavistas se vieron atrapadas ante la convocatoria sobre la marcha
de UNASUR para tratar la crisis político-electoral venezolana. Era claro que el
organismo subcontinental en Lima iba a reconocer la elección de Maduro; pero
igualmente el derecho de la oposición a solicitar el reconteo; sobre todo,
habiendo el empate técnico que hubo. La resolución del CNE de hacer la
auditoría, obviamente cumpliendo instrucciones superiores, se produjo solo
horas antes de que Maduro mismo, firmara el consenso latinoamericano en Lima, aceptándola.
El chavismo, gobierno PSUV y sus
principales voceros; y los rectores; se mostraron aparentemente de acuerdo y
hasta despreocupados de que se realizara la auditoría; y de sus resultados,
que, según, no cambiarían nada. Por su parte la oposición se mostró satisfecha
y dispuesta; a la espera solo del protocolo para hacerla. Sin embargo; mismo
desde el momento que en que el CNE declaró que se haría; en manera y contenido,
en su rueda de prensa y en su remitido, ya había suficientes indicios de que
realmente no había tal disposición. A medida del transcurso de los días, las
rectoras, sin compostura ni impostaciones pseudo-institucionales; una vez una y
otra vez otra, fueron anunciando restricciones y controles cada vez mayores con
los que se realizaría la revisión. Primero fue que no se contarían los
comprobantes de voto, luego que los registros de huellas; finalmente, que los
cuadernos de votación no se revisarían votante por votante, sino en cuanto al
total de votantes. El desconcertado incoherente y tragicómico rebullir de las
rectoras; junto a la ambigua intermitencia mediática del rector Díaz, mostraron
su terror por lo que, por lo visto, inconteniblemente saldría de la auditoría;
terror que igual dominaba a las cúpulas chavistas; mismo a las que estaban al
tanto de la realidad de la dimensión del fraude del SAIME-CEN-PR; como de las
que ahora fue cuando se enteraron.
.-* Cualquier auditoría verdadera mostraría
el fraude
Lo que era obvio y claro para
la gente; y que Capriles resumió al decir, “en las 12.000 cajas que se auditen
está la verdad”, está el fraude; ahora constituye la demostración fehaciente
del fraude, de su alcance y de su carácter sistémico. Una auditoría en que se
correlacionen los comprobantes de votación las huellas y los cuadernos, lo
evidenciaría. ¡A menos que no lo haya!; de que realmente haya habido más votos
para Maduro. Entonces, tratándose de un proceso expedito; y, si, estando
prevista legalmente como “Face II de la auditoría ciudadana”; y como los
rectores sostienen, el hacerlo no
cambiará los resultados; y daría la “tranquilidad” a la que se refiere el
rector Díaz; además de que potenciaría la confiabilidad en el CNE; entonces, no habría razón ni
explicación para no hacerla. Pero siendo la decisión final del CNE que se
revise todo menos los cuadernos; lo único en que se puede concluir, obviamente,
es que en la correlación de los otros elementos con los cuadernos, se evidencia
el fraude; que es lo que el chavismo, incluido el CNE, no puede ni va permitir.
Y se evidenciaría el fraude, como sistema; no ya solo “irregularidades
inconsistencias y errores”; sino su estructura nacional, coherente, programable
dosificable y gerenciable, en función de
un resultado preestablecido, a voluntad de quien lo controla y maneja como
proceso computarizado. Algo que se saltaría a la vista, sobre el acerto de que
en esas 12.000 mesas está la verdad, está el fraude; es la cuestión de cómo se
programa mapea y opera, la selección, nacional regional y localmente, ese 54%,
las cerca de 20.000 mesas, según, auditadas la noche del 14A; de forma de que en
ellas no se muestró el fraude que sí se mostraría en el resto. Pues la cuestión
no está en las irregularidades las inconsistencias y los errores y fallas
técnicas, que siempre hay en todo proceso electoral; sino en las secuencias
algorítmicas, los impulsos y los factores y relaciones sistémicos de implementación concreta, que los
prevé, programa permite y provoca; nacionalmente; y de los cuales son producto.
.-* Un fraude sistémico administrado
El fraude electoral no es
nuevo. Ni es nuevo con el chavismo; éste asumió desde el principio el del
puntofijismo; para las megaelecciones del 2000 incluso en sociedad con éste. Aunque
como fraude propiamente chavista, comenzó a montarse el 2003 para el
revocatorio del 2004; estado montado desde entonces perfeccionado y cada vez
más sofisticado; samartmatizado; en todos los procesos de votación realizados hasta
hoy. Habiéndolo estado para el 14A; como
igual lo estuvo para el 7O y el 16D.
Como muchos elementos y hechos lo indician; el fraude chavista, sistémico,
estructurado integralmente, es administrado y dosificado en alcance y monto a
voluntad y según las características de cada evento. El presidente Santos tiene
razón; si para octubre con el mismo sistema que para ahora en abril, la
oposición y concretamente Capriles reconoció los resultados; no hay razón para
que no lo haga ahora. Pues ciertamente, institucional y formalmente, con el
mismo SAIME-CNE-PR, las elecciones del
7O fueron iguales a las del 14A; y a las del 16D. Y con igual ventajismo manipulación y
peculado de uso oficiales. Lo que aparentemente quita sentido y justificación al
desconocimiento oposicionista de los cómputos que hicieron presidente a Maduro.
Pero tiene razón solo aparente y formalmente. Porque el chavismo administra el fraude
de tal forma que la implementación que sí hubo para octubre con Chávez
candidato, y, también para diciembre con sus candidatos a gobernadores; no la
hubo ahora para abril. Hasta el punto que si el chavismo hubiera asumido el
evento de octubre como asumió el de abril; que si entonces no hubiera activado
el fraude como no lo activó ahora; Chávez entonces, hubiera perdido o casi,
como ahora Maduro. Igual a como “ganaron”, obra y gracia del CNE; en 20
estados, los candidatos a gobernador chavistas, que sin fraude no hubieran sido
más de 10 u 11. Pues, si como bien, aunque insuficientemente, dice Santos,
institucionalmente, es el mismo sistema; igual también es la misma población
votante en las tres jornadas de votación; que ¡en 5 meses!, habría producido resultados electorales tan
subrealistamente incoherentes; tan
imposibles.
.-* Una campaña opuesta a lo que se
esperaba y se creía que estaba siendo
Entre el proceso de octubre
pasado y el reciente de abril, de ambos lados, chavismo y oposición, se
produjeron impulsos y se asumieron posiciones diferentes en relación a la
dinámica electoral real. Por el lado del chavismo lo determinante fue que se
consideró sobrado; que dio por descontado que arrasaba; y que hasta iba a sobrepasar los
10 millones de votos. Derivadamente de tal sobrestimación, por lo visto no
considerándolo necesario; el fraude no se habría implementado a la escala y con
el alcance y profundidad que tuvo en octubre. Ni siquiera la mínima y de muy
baja calidad política de respuesta de calle del chavismo en la campaña, fue
percibida o aquilatada por las cúpulas chavistas. Ni siquiera a pesar del alto
contraste que mostraba con la espectacular y de alta calidad política y participación
del antichavismo. Solo ya en la tarde del 14A fue que las cúpulas del chavismo
comenzaron a registrar que grandes cantidades de chavistas no estaban votando;
siendo entonces cuando hizo de intensificar la presión de última hora; ya tarde
para implementar el fraude a la escala necesaria. Y para solo posteriormente
tomar conciencia de que junto a millones de chavistas abstenerse, casi un
millón votó por Capriles. Junto a que la supuesta arrasadora “maquinaria
chavista” no respondió; o demostró que es un mito mediático; otro factor
determinante fue la actuación del Plan República, que, a diferencia de los
anteriores procesos, actuó institucionalmente en buena parte del país; en donde
no permitió o casi, la milicia; y en determinadas zonas bloqueó el tradicional acoso chavista sobre
los centros de votación y el electorado.
Por parte de la oposición, más
todavía, las posiciones actitudes e impulsos fueron diferentes a las del 7O;
tanto en la campaña en si como en función post-electoral. Consciente el
antichavismo de la descomunales desventajas y asimetrías fácticas en que
electoralmente estaba; superando inesperadamente el bajón motivacional en que
lo sumieron los resultados del 7O y el 16D, se movilizó mas y mas intensamente
que para las anteriores campaña. A pesar de que había la idea generalizada, la matriz,
de que ganaba Maduro hasta con más votos que Chávez antes; asumió que lo que
tocaba era movilizarse al máximo para reducir lo más posible la desventaja; a
pesar del fraude, del que había conciencia; y ante el que se asumió que mientras más se votara, más se evidenciaría.
Po su parte, la candidatura de Capriles, en esta ocasión fue contraria a la de agosto-octubre; su negación;
sobre todo despartidizada, verdaderamente unitaria, con una sola tarjeta, más
agresiva y cuestionando al CNE al que, en esta ocasión, no avaló. Además, hubo
más participación activa de la gente en los centros y mesas de votación; recabándose
y manejándose más información, que en los eventos anteriores.
En síntesis; lo que se
esperaba era que el chavismo ganara seguro, y hasta duplicara a la oposición. Las
encuestas, todas, daban ventaja a Maduro, de hasta 18% y 20% la que mas; y 3 a
4% la que menos. Sin embargo, como al fin fue evidente: aunque siempre hubo
señales, muchas, de que sería así; las dinámicas reales concretas se movían
inversamente. De tal forma que de no ser
por el fraude, básico o de margen de seguridad o de última hora, que
hubo y se evidenciaría en una auditoría transparente, Maduro hubiera perdido
más abiertamente de cómo realmente se demostró que perdió.
.-* La cuestión es el fraude; no las
“irregularidades” e “inconsistencias”. Ni que le robaron el triunfo a Capriles
Si la idea de la auditoría, de
proponerla y de aceptarla fue una salida política; ante una crisis que por la
vía de la profundización de la confrontación se haría regresiva; también la
idea de la impugnación, es una salida política. Que el chavismo tuviera que
aceptar la auditoría y forzar al CNE, ya fue una derrota política y moral,
profunda. Y la oscura y grotesca forma de echarse atrás luego del anuncio
inicial de su aceptación; hasta en UNASUR; es la profundización y proyección de
esa derrota; con la implicación de que es demostrativa del fraude. De cualquier
forma lo que mostraría mas delineadamente la auditoría, serían solo las “irregularidades”
y las “inconsistencias”. Las mismas sobre las que se, según, se sustenta la
impugnación; que además, como se sabe, será un largo proceso; qué, rematará, a
lo mucho, en un balance político; en tal caso; y, quizás en algún dictamen
técnico-jurídico-político, de algún ente internacional; de que se repitan las
elecciones total o parcialmente. Pero sin que se cuestione el sistema electoral;
sino y en tal caso, las totalizaciones y los resultados parciales o totales del
14A. Cuando, las “irregularidades” “inconsistencias” y “fallas”, siendo lo
resultados esperados por quienes lo operan; en nuestro caso; al revés de lo que
terminológicamente sugieren; precisamente, son regularidades consistencia y
aciertos, efectos producidos y esperados del sistema, del fraude chavista; que es
de lo que se trata y es la cuestión de fondo. Pues, lo de fondo no es que le
hayan robado el triunfo a Capriles; que le hayan quitado votos o puesto más a
Maduro. Lo de fondo es que el sistema electoral venezolano, chavista, es un
sistema en línea montado para el fraude; inicialmente para garantizar la
reelección indefinida a Chávez. Y todo lo que eso implica; en cuanto a la
pretendida legitimidad del régimen chavista; pretendidamente resultado de las
decenas procesos electorales, supuestamente transparentes, montados por
SAIME-CEN chavista desde el 2004. Y, sobre todo lo que implica en perspectiva
para los próximos procesos electorales.
.-* Mapear el fraude sistémico chavista que
es contra la gente, contra todos
Lo que ha sido el 14A, y
restrospectivamente, el 16D y el 7O, no permite relativizaciones. La percepción
nacional, los procesamientos técnicos serios y los testimonios de la gente más
de base; muestran el fraude total sobre el que el chavismo pretende continuar
en el Poder; el mismo sobre el que lo ha logrado, sobre todo, desde el 2004. Un
fraude total, sistémico, con alcances quizás ilimitados; y que algunos cuantifican
hasta de tres o mas millones de votos; que no es contra Capriles ni la
oposición; sino contra el país, contra todos los venezolanos, incluidos los
chavistas. El 16D pasado, el sistema
SAIME-CNE, puso a ganar gobernaciones a veinte candidatos chavistas; y a
perder, a tres. El sistema da como para haber puesto a ganar las veinte y tres; por táctica política no se
hizo. Les robó los votos a varios candidatos antichavistas, que según los
últimos resultados del 14A hubieran ganado, si los votos se hubieran contado
bien. Pero también les robó los votos a
varios candidatos disidentes chavistas, que al menos dos, eran ganadores. Un
fraude que no reconoce límite alguno, para garantizar los resultados
predeterminados. Durante demasiado e injustificado tiempo; y hasta ahora; montado
perfeccionado y operado a discreción; lamentable e injustificadamente, con el
aval y la legitimación de la oposición.
Ha sido y es, un fraude a cuatro manos; del que son corresponsables, el
chavismo que lo monta y opera, sí; pero también la oposición que, hasta hoy, lo
ha avalado.
Notoriamente, las rectoras y
el rector electorales, con la, acertada negativa de ahora de Capriles y la MUD a
participar en la auditoría, ya respiran calmadamente. Aunque con el más alto
costo político, máximo, ya no se sienten desnudos contra la pared. Están
haciendo su auditoría de mentira. Vuelven a su impostura institucional. Ahora
viene la impugnación que, según algún discurso,”puede demorar meses”; pero que
seriamente y sin manipulaciones, previsiblemente durará años. No se objeta la
impugnación; ni siquiera por ser una salida política; ni tampoco a sabiendas de
que sus resultados cuando los haya, en concreto incidirán poco o nada; al menos
hasta el 2016 o el 2019. Pero, lo responsable y de verdadera alta política es
propiciar o aportar a que la conciencia y vivencia nacional que hay de lo totalmente
fraudulento del sistema electoral chavista; se asiente y madure en la
subjetividad nacional; como la
conciencia de la ilegitimidad del chavismo y de la concentración de poder que
logró; y del aval que, por las sinrazones y la injustificación que fueren,
durante 10 años le dio la oposición. Y tal maduración de la conciencia sobre el
fraude chavista sobre su dimensión e implicaciones, comienza por dejar de
manejar las cosas en términos de “irregularidades inconsistencias y fallas”;
para hacerlo en los términos que corresponden, de la existencia de un sistema
para el fraude total. Contra el país contra la gente. En función de mapeas y
levantar el modelo del fraude chavista.
Caracas abril de 2013.
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